Belin, pionero del postneocubismo y uno de los referentes del arte urbano contemporáneo, nos abre las puertas a su universo creativo.
– ¿Cómo fueron tus primeros contactos con el graffiti y con el cubismo?
Empezó todo en 1995. A través de algún graffiti que había en Linares, de una graffitera de Antequera, que no sé quién era porque su graffiti desapareció hace muchos años, y por una revista de graffiti de un colega.
Me gustaba dibujar, yo siempre estaba dibujando. Estuve estudiando Bachillerato artístico, pero no lo terminé. Y empecé a buscarme un trabajo, para poder ganar dinero para poder pintar. Era lo que quería, yo quería pintar y ya está. Y en la escuela de arte no se pintaba, y aún menos con spray.
En cambio, el cubismo lo trabajé en 2008. Se trató de dos piezas sobre mi abuela, pero era un cubismo diferente al que hago en la actualidad. Un cubismo compuesto por diferentes piezas de madera superpuestas, creando un volumen y utilizando las diferentes partes. Me gustaban mucho. Estas piezas las tengo todavía.
Luego, en 2016, en un evento solidario en Málaga, me invitaron a pintar una pared de El Pimpi, que está cerca del Museo Picasso. Yo no sabía qué pintar y finalmente pinté algo de Picasso. Utilicé una foto de una obra de Marie-Thérèse Walter de Picasso, y la pinté con el retrato de mi hija mayor. La pinté realista, con spray.
Y cuando estaba trabajando el proceso, me di cuenta de que me gustaba tanto, y así empezó todo.
– ¿Cómo definirías tu estilo «postneocubista»? ¿Qué te llevó a desarrollarlo, hasta pensar llevarlo a un gran formato, a una pared urbana?
El nombre postneocubismo no se lo puse yo, pero al final lo he utilizado y se ha quedado. Pero no me gusta clasificar, no me gusta como se clasifican las artes.
El postneocubismo llegó al gran formato de forma natural. Yo vengo del graffiti, y empecé a pintar varios murales en Málaga. Y luego en Puerto Rico, donde pinté un mural enorme, y también en México, en Cancún y en Monterrey. Fue de regreso a España cuando mi obra pasó a ser un cuadro, porque hasta ahí sólo había pintado murales, el cubismo que hacía era en murales. Finalmente, en 2016, empecé a hacer cuadros para una exposición que tuve en París, y entonces preparé muchas obras de estudio, utilizando el pincel y el óleo.
Fue mi primera experiencia con el óleo y el acrílico, y me encantó poder empezar y aprenderlo.
Entonces, a partir de ahí fue cuando empecé a subir obras a internet, a las redes sociales. A partir de ese momento, pasé a que diferentes personas en el mundo me conocieran. Y a partir de este momento me empezaron a llamar para pintar en diferentes lugares.
– ¿En tus trabajos a gran escala, trabajas sólo o en equipo?
Algunas veces, me ha ayudado algún colega, pero sólo para pintar fondos. La obra la quiero hacer yo. Es mi obra, representa lo que yo estoy sintiendo en ese momento. Y si no lo hago yo, esa obra no tiene sentimiento mío. Es importante, porque si no, no está viva para mí.
Si no la he pintado yo, ya no puede hablar conmigo, ya no hay una interacción.
Además, para mí es fundamental el proceso creativo. Por ejemplo, por lo menos en mi estudio de Linares, cuando yo termino un cuadro, le doy la vuelta, porque no quiero que me condicione en la creación de una nueva obra. Porque el proceso creativo, para mí, es lo más bonito. Me encanta cuando le estoy aportando más elementos a la obra, cuando la estoy marcando con carboncillo, o con lápiz, o con spray. Cuando la estoy coloreando, me estoy equivocando, la estoy cambiando.
Ese proceso, esa lucha con la obra, para mí es lo más importante.
– ¿Spray o pincel? ¿Cómo te sientes más cómodo?
Si tú me das un spray, tardo mucho menos en hacer algo. Es mi técnica, con lo que yo desarrollo la pintura. El spray es la herramienta. Para mí el spray es lo más cómodo. Con el spray soy muy rápido, muy veloz.
– ¿Qué diferencias hay entre trabajar en un mural y trabajar en el estudio?
Mucha. Y ahora con la edad, la noto más. Cuando eres joven, quieres la calle, pero luego hay otra etapa, y ahora prefiero pintar tranquilamente en mi estudio, donde tengo todos mis materiales, donde pinto tranquilo, a la temperatura que yo quiera, cómodo, sin que nadie me moleste. En el momento en que estoy, me gusta más trabajar en el estudio. Pero no quiere decir que no me siga gustando pintar en la calle. A lo mejor, dentro de cinco años, quiero salir otra vez a la calle a pintar mucho.
– Viendo tus obras pienso en Picasso y en George Condo, ¿son comparaciones acertadas?
George Condo lo conocí hace poco. Mi cubismo viene de Picasso.
Luego conocí la obra de Condo. No sabía que existía otro cubista actual que hiciera un cubismo de este estilo. Y ahora lo sigo, sigo su trabajo. Pero Picasso yo creo que es el detonante.
Pero también Juan Gris y Braque, que también me han inspirado en mis creaciones.
Sin embargo, en mi obra hay un cubismo, pero también hay un realismo. Y mi realismo no viene de Picasso. Por ejemplo, la luz de mi obra no viene de Picasso. Si tú te fijas en mi obra, mi obra tiene luz. Una obra de Picasso no tiene luz. Es diferente.
– Has hablado de los colores, de la luz. ¿Tienes algún color preferido para pintar?
Sí, el verde. Y el naranja también. El naranja apareció hace unos años y no se va. No sé qué pasa ahí con el naranja, pero no se me va. Finalmente, en mis últimas obras, aparece mucho el magenta. O sea, fíjate cómo depende de las etapas. Pero el verde siempre está por ahí.
– ¿Qué buscas transmitir con tus retratos y composiciones?
A veces lo que quiero transmitir es un momento. Yo vengo del graffiti donde se hacían paredes con crítica social. Por ejemplo, en los años de la guerra de Irak, hacíamos murales en contra de la guerra, en contra del hambre, en contra de la comida basura, y mucha batalla en contra de la policía.
En cambio, ahora lo que quiero transmitir con mi obra, sinceramente, es el momento que estoy viviendo a nivel personal. Porque hay un montón de mierda en el mundo. Es un desastre, un desastre total. Entonces, ¿qué pasa? Que a veces intento alejarme de eso. ¿Y cómo me alejo? Pues intento alejarme pintando. Porque es la única manera que me ayuda a desconectarme de los problemas.
Entonces, ahora mismo lo que intento es salirme de todos estos problemas a escala mundial e incluso a veces de los problemas familiares, intento evadirme y contar mi momento, con las formas, con los colores. Cada día hay una energía diferente. Cada día te levantas de una manera diferente. Cada día comes cosas diferentes.
– ¿Cómo ves la evolución del graffiti desde sus comienzos hasta la actualidad? Muchos artistas urbanos ya se definen artistas contemporáneos. ¿Qué está cambiando?
Yo creo que como todo, las cosas cambian. Por ejemplo, un plato de lentejas, pues seguramente al principio era un plato para la gente pobre. O el gazpacho, o el salmorejo.
Era meter todo lo que había ahí de temporada y lo más barato que había en la tierra, para poder comer. Y ahora, por ejemplo, una buena lenteja o un buen cocido madrileño, o un buen arroz o una paella, son platos de lujo.
Yo creo que lo mismo ha pasado con el graffiti. El graffiti o cambiaba o desaparecía. Yo creo que todo es así. O las cosas cambian o desaparecen. Te tienes que adaptar a los tiempos.
– ¿Qué opinas de la institucionalización del arte urbano en museos y galerías? ¿No es llegar a un compromiso entre el artista y las instituciones o el mercado que puede falsear el trabajo de un artista?
Lo que pasa es que también el artista tiene que comer. Y al final el artista quiere vivir de la pintura. Tienes que entrar en el circuito. Lo importante es seguir siendo dueño de tu obra, y saber decir que no a una propuesta artística que no te representa. Yo creo que también hay como unos términos o unos límites, ¿no? Que el artista tiene que poner o imponer.
Hay que buscar el equilibrio. Al final todo es equilibrio.
– ¿Hay alguna colaboración artística o sueño creativo que te gustaría realizar?
Quizás con Felipe Pantone. Me gustaría trabajar con él porque somos muy diferentes. Si tú colaboras con alguien que trabaja como tú, no me parece interesante. Me gustan los contrastes, las combinaciones dulce y salado. En cambio, no me gustaría trabajar con otro artista figurativo como yo. Me gusta lo diferente.
– Si quisieras armar un lío, en Madrid, ¿qué edificio institucional pintarías y qué dibujarías?
Mira, una cosa que ya había pensando. Los leones del Congreso pintados de rosa. Una cosa sencilla, elegante.
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