El asombro que nos llega du Nord

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Sinestesia: oír colores, ver sonidos. Estas son solo algunas de las asociaciones mentales más fabulosas del cerebro humano. No estamos hablando de los efectos de una droga psicodélica, sino de un fenómeno sensorial-perceptivo que está presente, por lo menos de forma suave, en un número delimitado de individuos.

Este fenómeno puede también llegar al extremo y ser una percepción continuada, presente en cada asociación cerebral de la mente humana.

Una telaraña de asociaciones mentales que convierten a la persona afectada en un talento, capaz de acordarse de lo inimaginable, relacionando la palabra con un recuerdo, una imagen, un número.

Un mundo así complejo y desconocido que nos asombra en cada uno de sus comportamientos y representaciones. Un fenómeno así espectacular que puede ser llevado al escenario, hasta ser convertido en un esperpento.

Peter Brook vuelve a España, dos años después, para inaugurar el Festival de Otoño a Primavera. En el mismo festival, en 2012, trajo a Madrid su obra The Suit (El Traje), que dejó con la boca abierta a los espectadores que tuvieron la suerte de poder asistir a los actos madrileños.

The Valley of Astonishment (El Valle del Asombro) es una obra muy distinta de la anterior, más intricada, porque se adentra en el complejo mundo de la psique humana.

Tres actores y dos músicos siempre presentes en el escenario, actuando en distintos papeles y con varios personajes que se van alternando en el escenario: médicos, investigadores, pacientes y a la vez talentos manejados como estrellas de televisión.

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Una obra muy original que seduce a los espectadores, catapultados en un mundo que les podría concernir desde muy cerca. Y ¿si cerrara los ojos y empezara a imaginarme números o imágenes para interpretar la música que oigo? La bravísima Kathtryn Hunter, en su actuación en el papel de la colaboradora de un periódico, despedida porque afectada por sinestesia y demasiado capacitada para las banales tareas que cumple en su trabajo, tiene la capacitad de asociar cada palabra a imágenes o a números. Acabará como talento en un programa televisado, que terminará por agotarla y llevarla a una crisis profunda.

Y ¿si nosotros también fuéramos capaces de crear estas asociaciones mentales? El público se encuentra delante de un mundo desconocido, extremamente interesante y bien poco fabuloso. Peter Brook quiere asombrarnos con un viaje por los laberintos del cerebro y en parte lo consigue. Falta solo un final más contundente para hacer de esta obra una nueva preciosa creación de uno de los más influyentes directores de teatro de nuestra era.