EL DESALOJO DE LA DEMOCRACIA

de Piertoni Russo

Miles de personas acuden a la tercera convocatoria delante del Congreso de los Diputados.

Cuatro días después del “25-S Rodea el congreso” -cuando el intento por parte de miles de personas de bloquear el Congreso de los diputados en Madrid, acabó con duras cargas policiales, 64 heridos y 35 detenidos – y dos días después de la liberación de 34 de los 35 detenidos durante el primer día de manifestación, sigue reuniéndose una multitud de personas en la Plaza de Neptuno, delante del Congreso, para protestar contra las medidasfiscales y las reformas laborales actuadas por el gobierno y reclamar las dimisiones del mismo.

El tercer día de protesta durante esta última semana se concluyó de forma pacífica, aunque no faltaron momentos de tensiones entre los manifestantes y la policía que detuvo dos personas durante las operaciones de desalojo de la plaza sobre las 00:30.

Lo que seguirá ahora inevitablemente – además de otras convocatorias –  serán las polémicas sobre la forma de actuar de la policía y sobre los directivos que han permitido una mano tan dura para desalojar a los manifestantes reunidos en la Plaza de Neptuno. Las terribles imágenes transmitidas por telediarios, noticiarios on-line y otros numerosos canales, no pueden más que confirmar la excesiva actuación policial en repetidas ocasiones. Ejemplo evidente es el video  grabado en el interior de la estación del tren de Atocha, el día de la primera convocatoria (el martes 25 de septiembre) donde los agentes llegaron a perseguir y golpear a los manifestantes hasta los andenes.

La manifestación reunió hacia 6000 personas (según los datos de Delegación de Gobierno) y se mantuvo bastante tranquila hasta las 20 horas de la noche. Un extenso cordón policial, formado de muchos agentes a caballo, impedía a los manifestantes entrar en las calles limítrofes al Congreso. La gente siguió, a partir de las 18:30, aclamando coros en contra de las medidas realizadas por el gobierno durante estos meses para limitar los daños causados por la crisis. La enorme cantidad de recortes y medidas fiscales ha así llevado la gente a plantearse quedar el 25-S para rodear el Congreso de los Diputados.

Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno de la Comunidad de Madrid, dejó entender claramente  el día anterior a la convocatoria, cuales hubieran sido las medidas actuadas para impedir a los manifestantes de entrar en el Congreso. Cifuentes habló de un acto gravísimo que consideraba de actitud golpista, y que tenía que ser acusado de atentado contra las instituciones. Sucesivamente a las detenciones del 25-S, la Audiencia Nacional se negó a acusar a los 35 detenidos de atentado contra las instituciones, afirmando no tener indicios suficientes para pensar que los manifestantes pretendieran asaltar el congreso. Las acusaciones fueron de atentado, lesiones, resistencia, desobediencia y desórdenes públicos.

Después de esta postura por parte de la delegada del gobierno, no puede extrañar que el día de la manifestación se haya llegado a reprimir la protesta de forma violenta. Y no estaña tampoco que las cargas policiales se intensificaran en el horario que estaba establecido como limite máximo para quedar manifestándose.

Evidentemente esta manifestación se quedará en la memoria de los demás como otro día “negro” de la democracia. Parecen evidentes las culpas por ambos lados (manifestantes y policías); evidentemente hay grupos de manifestantes (una clara minoría) que provocaron un aumento de la tensión delante del congreso. Sin embargo, la respuesta por parte de las autoridades no puede ser absolutamente tolerada y justificada. Esta mezcla de abuso de poder y violencia exagerada tiene que ser placada y condenada, antes que se llegue a una exasperación del conflicto entre los ciudadanos (libres de manifestarse y de expresar las propias opiniones o desaprobaciones) y las autoridades que se identifican siempre más en un papel que es del opresor y del tutor violento de la justicia.