El accidente aéreo de Germanwings

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de ALEJANDRO GARCÍA ARCE.

Todo parece indicar que el motivo del accidente del pasado martes 24 de marzo en los Alpes franceses fue la voluntad del piloto de quitarse la vida.

El vuelo 4U9525 que salió del aeropuerto del Prat en Barcelona con destino Dusseldorf la mañana del martes tuvo un fatídico final que ya todos conocemos y que cercenó la vida de 150 personas.

Ahora comienzan unas semanas extremadamente duras para las familias de los fallecidos, incluida la del piloto de Germanwings compañía de bajo coste de Lufthansa, que operaba el Airbus A320.

Todos los medios internacionales se hacen eco de la noticia, intentando aportar nuevas versiones o pruebas que traten de esclarecer algo que no tiene explicación, la motivación de una persona, todo hace indicar que con una depresión bajo tratamiento y arrastrada durante meses, para quitarse la vida llevándose consigo las de otras 149 personas, ajenas a cualquier trance que Andreas Lubitz estuviera viviendo.

laturca-Andreas_LubitzLos hechos ocurridos dentro de la cabina del avión parecen claros, en parte gracias a las grabaciones almacenadas en la caja negra, el piloto principal se ausentó de la misma durante unos minutos, dejando a su copiloto al cargo, eso sí, con el piloto automático puesto, este, a su vez, bloqueó la puerta de acceso desde dentro y tomo los mandos de la aeronave, sin responder a las llamadas de su superior desde fuera de la cabina, pidiéndole paso para entrar. El final de la historia es conocido por todos.

Si algo han sacado en claro de este accidente, o eso parece, es la importancia de que en la cabina nunca pueda haber una persona sola y muchas compañías aéreas, entre las que se encuentran las propias afectadas por esta tragedia, ya han cambiado esa norma, rápidamente, como un gesto de responsabilidad hacia lo ocurrido.

Lo que parece harto más complejo es la parte psicológica del tema que corre a cargo de la policía que investiga durante estos días cada uno de los minutos de la vida del copiloto, Andreas Lubitz, tratando de encontrar un hilo al que agarrarse para justificar, si es que hay justificación, que una persona, con el cargo y la responsabilidad que ostenta cualquier piloto a los mandos de un aparato con más de un centenar de personas, haya podido “burlar” los controles rutinarios, y no tan rutinarios, que deberían hacer la aerolíneas a todos los miembros de sus tripulaciones.

Parece extraño que, habiendo recibido por parte de un médico una baja, le fuera tan fácil evitar comunicárselo a su empresa, más aún si tenemos en cuenta que no era el primer episodio de este tipo que sufría. Hace seis años y durante su época de formación, ya estuvo seis meses de baja por un motivo similar.

En Alemania el médico no está obligado a informar a la compañía de los motivos de la baja médica, aunque es habitual el hacerlo, y se presupone que el paciente, que recibe una copia del volante, será el encargado de hacérselo llegar, pero este no ha sido el caso.

Una serie de fatales casualidades y faltas de control que, junto con una enfermedad, que debe de ir más allá de una simple depresión, han hecho que este martes 150 personas hayan perdido la vida de una manera trágica.