Una revolución sin fin

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de Piertoni Russo.

El 3 de junio de 2013, el presidente egipcio Mohamed Morsi – elegido en las elecciones del 30 de junio de 2012, sucesivamente a la dimisión del antiguo presidente Hosni Mubarak – fue detenido durante el golpe de estado que tuvo lugar en Egipto.

Es este un nuevo capítulo de la revolución egipcia, una nueva etapa de la Revolución democrática árabe (la Primavera árabe) que empezó a partir del 25 de enero de 2011, cuando una serie de manifestaciones y protestas motivadas por la situación de pobreza, por la represión policial y por la falta de libertad del pueblo egipcio,  no dejaron otra alternativa a Mubarak que dimitir, tras gobernar el país por casi 30 años (salió al poder el 14 de octubre de 1981).  Mubarak fue condenado a cadena perpetua.

En las elecciones del  16-17 de junio de 2012, Mohamed Morsi, candidato del Partido de la Libertad y Justicia, y apoyado por los Hermanos Musulmanes – la organización política basada en el islam – fue elegido presidente de Egipto. La breve presidencia de Morsi no tuvo mucho éxito y el pueblo egipcio salió numerosas veces a la calle para manifestarse en contra de sus medidas. La fuerte crisis económica que afectó a Egipto y la tendencia de Morsi a aumentar la influencia del islam en la comunidad egipcia, hicieron que el presidente perdiese el apoyo de la población.  La gente volvió a llenar la Plaza Tahir de El Cairo – la Plaza de la Liberación – símbolo de la protestas contra el antiguo presidente Mubarak, y varios fueron los violentos enfrentamientos entre policías y manifestantes.

La situación empeoró cuando, el 22 de noviembre, Morsi anunció un decreto-ley que aumentó los poderes de supervisión e inmunidad para si mismo.  El movimiento de protesta siguió creciendo, mes tras mes, hasta reunirse en una manifestación multitudinaria que el 29 de junio de 2013 pidió la dimisión del presidente. Al día siguiente las calles de El Cairo reunieron más de dos millones de personas. El éxito de la protesta fue asombroso y el 1 de junio el jefe de las Fuerzas Armadas de Egipto emitió un ultimátum de 48 horas para que Morsi respetase la voluntad del pueblo egipcio y dimitiera. El presidente no aceptó y, al expirar el ultimátum, el ejercito rodeó el palacio presidencial y Morsi fue detenido por las fuerzas policiales. Egipto sigue su revolución democrática.