Gabilondo y Évole narran el arte de la entrevista

de Piertoni Russo.

Una charla entre dos amigos que podría convertirse en un manual del periodismo. Es lo que ocurrió en el Ámbito Cultural – Hotel Florida en Madrid.

Iñaki Gabilondo y Jordi Évole, dos de las figuras más destacadas del periodismo español. Gabilondo, ex periodista de la Televisión Española, de la Cadena SER y de El País, entre otros, y Évole, que entre 2008 y 2019 presentó el programa Salvados en La Sexta y que actualmente lidera la productora de televisión, Producciones del Barrio.

Los dos se sentaron a hablar, sin guion ni moderador, como si estuvieran en un bar, contándonos las anécdotas sobre los acontecimientos más curiosos que surgieron en el curso de sus entrevistas más relevantes.

Gabilondo empezó marcando la diferencia entre los tipos de entrevistas que llevaron a cabo. La de Gabilondo solía ser una entrevista en directo. Pocos minutos donde debes ser muy conciso, dado que no hay postproducción o editaje. Un cara a cara con el entrevistado, donde la habilidad del periodista es fundamental para sacar una buena información. Recordando una de sus entrevistas más importantes, contó lo que pasó en la histórica entrevista a Felipe González, con respecto al escándalo del GAL.

Gabilondo recuerda que aunque un periodista tenga una gran experiencia sobre muchas temáticas generales, es el entrevistado el que tiene más conocimiento sobre la temática principal de la entrevista. El futbolista, el político, etc., son los más informados y capacitados sobre un asunto concreto de su ámbito, y “siempre saben más que el periodista”.

El cara a cara en directo puede ser muy complicado, y depende también de la disposición del entrevistado a darte una información nueva e interesante. Según Gabilondo, la mayoría de las entrevistas se ha convertido en algo poco original, porque muchas veces entrevistamos a un “toro muy toreado”, que en muchas ocasiones concede una entrevista porque ya tiene claro lo que quiere contar. Y es complicado sacarle información nueva, desviándole del guion que ya tiene preparado. Iñaki Gabilondo cree que en muchas ocasiones es más interesante una entrevista a un completo desconocido, como por ejemplo a una persona que acaba de ganar la lotería. Tratándose de una persona común, que nunca ha sido entrevistada, pero que seguramente tiene algo que contar -“porque todos tenemos algo que contar”- puede llegar a ser mucho más original.

Évole, con respecto a este tema, dijo que él tuvo la sensación de haber entrevistado “a un toro que nunca ha pasado por una feria”, cuando entrevistó a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela- que está acostumbrado a entrevistas o ruedas de prensa donde nadie le lleva la contraria. Esto sí, tuvo que esperar a Maduro durante un día entero, dado que lo había citado a las nueve de la mañana y finalmente se presentó a las seis de la tarde. Una técnica para cansar al periodista que -coinciden los dos- utilizan presidentes de varios países.

Si la entrevista a “la Gabilondo” se desarrolla en un tiempo muy breve, la entrevista a “la Évole” puede durar varios días de grabación y rodaje, y se recorta, se edita, y supone el trabajo de un equipo de más profesionales. Un ejemplo es la tan cuestionada entrevista a uno de los líderes de ETA, Josu Urrutikoetxea, alias Ternera, que se grabó a lo largo de una semana entera, unas horas cada mañana. Évole aprovecha esta narración para manifestar su malestar por cómo mucha gente llegó a criticar su entrevista antes de llegar a verla. Defendió su derecho a hacer esta entrevista que –añadió Gabilondo- además de ser un derecho es casi una obligación por parte de un periodista.

¿Por qué no se debería poder entrevistar a alguien que, en el bien o en el mal, forma parte de la historia de nuestro país? El derecho a informar y a estar informados sobre lo que pasó es incuestionable. Ambos periodistas coincidieron en que, a sus alturas, ya no tienen un jefe que les censure o discuta su trabajo, pero que un periodista que se encuentra en una situación más precaria, lo tiene más complicado: “El peor enemigo de la libertad de expresión es el paro”, concluyó Iñaki Gabilondo.

Otro aspecto importante es la preparación psicológica a la entrevista. Évole recuerda haberse convertido casi en un monje, recluido en un hotel durante tres días, en Roma, antes de entrevistar al Papa Francisco. Y nos cuenta también de la presión antes de la entrevista a Josu Urrutikoetxea, que no empezó de la mejor manera. En un encuentro previo a la entrevista, en un restaurante de París, hasta antes de llegar a sentarse a la mesa, el Ternera le soltó: “Usted está en las antípodas de mi ideal de periodismo”. Al pobre Jordi le dieron ganas de levantarse y marcharse antes de empezar la conversación.

Después de casi dos horas de conversación, Gabilondo y Évole se despidieron con un abrazo fraterno. Dos gigantes del periodismo nos contaron sus historias, fue un regalo precioso para todos los asistentes.